Cuando se acerca el fin de año y el inminente estreno de un nuevo año, son muchas las opciones y muy sugestivas para vivir estas fechas de forma diferente.
Asturias es una fuente inagotable de posibilidades originales y siempre satisfactorias: una ruta llena de romanticismo, un pueblo medieval, un puente con historia, una cabaña en un paraje de ensueño, una mirada al mar, un peregrinaje por paisajes jacobeos, o una ancestral mascarada... Todo es posible en un fin de año asturiano.
Una ruta de molinos
Los molinos no solo inspiraron a Cervantes.
En Asturias hay una ancestral cultura de molinos y molienda.
El agua y los molinos han sido fuente de vida y de subsistencia.
Hay molinos en los ríos, cerca de las presas, molinos incluso de mareas... Hoy son elementos históricos y de valor etnográfico.
Figuras en medio de un camino o de una ruta que son como libros abiertos sobre un pasado no tan lejano... y muy sugestivo.
A la vera de un puente
Los puentes siempre han significado unión: entre personas, entre culturas... Han sido nexo emocional y de experiencias, y siempre esconden fascinantes historias de paso, de los que se quedan, de los que se enamoran; historias del pasado, del presente y hasta del futuro... Son mágicos.
Y como estos días son tan especiales, tal vez resulta sugerente tener a la vera un puente como el Romano de Cangas de Onís, por ejemplo, que luce espléndido de noche y de día, con ese Sella cristalino y salmonero discurriendo a sus pies como el propio devenir vital...
En un pueblo medieval
La Edad Medieval siempre nos sugiere universos paralelos, historias de damas y caballeros, casi novelescas.
Nos transporte a la vida de otro tiempo, no tan lejana de la nuestra y sin embargo tan diferente.
Por eso un pueblo con reminiscencias medievales siempre es un espacio para compartir sueños.
En Asturias quedan algunos con abundantes vestigios y un de ellos es Bandujo o Banduxu en Proaza, en pleno corazón de los Valles del Trubia.
Una cabaña para soñar despierto
Un paisaje de brañas y cabañas, es como el sueño de cualquier mortal que se precie... Es como tocar el cielo con la mano, y precisamente eso es muy fácil en Asturias.
En la mayoría de paisajes de montaña, hubo actividad de pastoreo, y aún la hay... Por eso llegar a una braña, o a una majada, y toparse con una bucólica escena es uno de los placeres más intensos que puede alcanzar nuestra mirada.
Hemos elegido como una propuesta entre decenas, un increíble paisaje de Braña Sobia.
Mirando al mar...
La costa siempre es como un bálsamo, incluso en fin de año.
El paisaje de playa y acantilados, de montañas que se funden con el océano; la combinación de azul y verde, las espumas del mar y su oleaje, sus sonidos... Todo invita a una infinita paz.
Un fin de año mirando al mar es una experiencia única y repetible cientos de veces a lo largo del año.
Por eso decimos adiós al 2018 en un mirador al lado de la playa de Salinas, en el entorno del Museo de Las Anclas...
Como un peregrino...
La devoción por los itinerarios culturales y los caminos de espiritualidad y experiencias es también una posibilidad para un fin de año diferente a todo lo imaginable.
El Camino de Santiago en Asturias nos ofrece momentos y tramos gloriosos, tanto por el paisaje como por el paisanaje.
Esta sugerencia de fin de año jacobeo la ilustramos con un tramo del Camino en Las Regueras.