Breve Historia de Asturias

Principado de Asturias
[Turismo Asturias]


El periplo comienza recordando nuestro pasado con las huellas dejadas por los dinosaurios y continúa en las cuevas prehistóricas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El reino de Asturias como tal data del siglo VIII, muestra del cual nos quedan los más imponentes vestigios del artes asturiano prerrománico, también declarado Patrimonio de la Humanidad. Románico, gótico, renacimiento, barroco y arte contemporáneo también están presentes en Asturias.

El itineriario cultural y artístico se detiene, que no finaliza, en las obras que el desarrollo industrial dejó en el patrimonio de algunas explotaciones fabriles del siglo XIX y que son muestra de nuestro pasado más reciente.

Historia y tradición

La Cultura Popular es aquella que no vive en los libros o habita en los museos, a pesar de que unos y otros se ocupen de conservarla. Es el conocimiento de la vida misma a través de sus protagonistas. Mora en los campos, en los bosques, al amor de la lumbre, allí donde un hombre se ha de enfrentar en solitario con la dura tarea de sobrevivir. Es el conocimiento salvaje, aquel que brota de la experiencia de generaciones y generaciones de hombres y mujeres que necesitaron herramientas y forjaron leyendas y mitos que explicarán un mundo lleno de misterios. Es la historia de gentes que trabajan, cantan y bailan, cuentan historias, hacen música o juegan, se enamoran y expresan el amor con sus propias palabras. Es el sentimiento puro de lo no corrompido. El resto de una humanidad ideal en trance de desaparición, como todo el bien que en el mundo ha sido desde el principio de los tiempos.

El aislamiento secular de Asturias, paulatinamente aminorado, ha tenido la virtud de preservar una riqueza cultural de valor incalculable. Conservada entre nuestras montañas, en los hogares de nuestras casas, trasmitida a través del frágil hilo de la tradición.

Son nuestras señas de identidad, aquellas que nos distinguen pero que no son capaces de separarnos de los otros.

PRIMITIVOS POBLADORES DE ASTURIAS

La etnografía describe el itinerario vital de un determinado pueblo, desde su estadio primitivo hasta el industrializado. En este viaje, las sociedades van abandonando viejas costumbres y antiguos modos, que la ciencia intenta fijar como testimonio de lo que fuimos, para mejor entender lo que somos.

El progreso, a medida que nos facilita la vida nos aleja de nuestras raíces, de esa arcadia feliz que suponemos fue la vida rural de nuestros antepasados.

Del Paleolítico asturiano se conservan piezas muy simples que servían de herramienta a los primitivos pobladores.

Las hachas de mano o bifaces usados para cortar, picar y raspar. Los denominados esferoides tenían la función de machacar, y los cantos rodados trabajados eran unos eficaces cuchillos que funcionaban mediante percusión. Aparte de los restos en piedra existían otros en materiales menos perdurables como piel, madera o caña, que no llegaron hasta nosotros.

La caza y la recolección eran las principales ocupaciones de estos tempranos pobladores y a medida que estas actividades se hacen más sofisticadas los grupos humanos evolucionan.

Un ejemplo de esta evolución son los arpones de hueso del Musteriense. La caza solo provee de las necesidades diarias sin generar excedentes. La industria lítica también irá progresando, sustituyéndose los útiles de múltiples funciones por otros más especializados. Es el caso de las piezas del Solutrense, entre las que destacan las conocidas como de hoja de laurel, generalmente de cuarcita, a las que se da forma mediante el retoque por presión.

En la vida diaria se va integrando un sentido mágico, que cree atraer la pesca si los útiles tienen forma de pez, o aumentar la fecundidad de la tribu dibujando el sexo femenino en la pared de la cueva, como en el caso de la cueva de Pozul Ramu, también conocida como de Tito Bustillo, en el concejo de Ribadesella.

Cuando la línea costera se estabiliza, tras las glaciaciones, los asturianos comienzan a ocupar una serie de cuevas a la orilla del mar. Dedicándose masivamente a la recolección de moluscos, como así lo atestiguan los abundantes depósitos encontrados, con retos de bígaros, lapas y mejillones. El denominado pico asturiense, usado para separar las cáscaras, se ha convertido en casi un símbolo, como uno de los primeros utensilios autóctonos. En la Edad del Bronce, se teoriza con la existencia de una ruta comercial de minerales, en la que Asturias sería una importante escala. Esa sería una de las razones de la semejanza estilística de diversos objetos que van desde las espadas y azadas, a las joyas auríferas. Estas piezas tienen sus homologas en otras regiones del arco atlántico, tales como la Bretaña francesa, las Islas Británicas o Irlanda. En la Edad del Hierro surgen núcleos con una cierta actividad industrial, como es el caso del castro de la Campa de Torres, en Gijón. La arqueología ha demostrado una floreciente actividad metalúrgica en este asentamiento.

Costumbres y usos

La actividad económica, que en tiempos del megalitismo se reducía al pastoreo de cabras y ovejas, se extiende con la romanización a la domesticación de otras especies como el caballo.

La agricultura se limitaba al cultivo de cereales como la avena, el mijo y el panizo, así como legumbres como las lentejas y habas. La escasez endémica de cereales y viñedos obligó a los primitivos pobladores a comerciar con los habitantes de la meseta, cuando no a organizar expediciones de saqueo en busca de estos productos.

Es muy probable que en el periodo megalítico se practicara en Asturias la metalurgia del cobre, la cerámica y la talla de utensilios de piedra como los molinos de mano.

De la Edad del Hierro existen restos de escorias en algunos castros, por lo que se supone que alguien de la colectividad se ocupaba de la forja de herramientas y armas en ese metal.

La fabricación de armas era una actividad especialmente importante, dado el permanente estado de guerra en el que se encontraban estas pequeñas comunidades.

Conocemos algunas de estas armas por las imágenes numismáticas acuñadas por el legado imperial Carisio. En ellas aparece también el vestuario de los guerreros, una túnica, una rodela y un casco, acompañado del característico hacha doble o bipennis, la espada o falcata y la lanza.

Habitat

Los núcleos habitados de los astures se conocían con el nombre genérico de castellum, aunque los romanos distinguían los diferentes asentamientos en función de la importancia de sus defensas.

El Castro era un poblado fortificado de medianas proporciones que englobaba un pequeño grupo de chozas en las que vivían unas cuantas familias.

La Ciudad tiene las mismas características, con un mayor número de viviendas y habitantes.

La Torre es una edificación turriforme, normalmente enclavada en zonas de difícil acceso, con un foso que servía de barrera defensiva. El número de castros en Asturias, según las investigaciones de José Manuel González es de unos 260.

La ubicación de estos fuertes buscaba apoyarse en la abrupta orografía para facilitar la defensa ante posibles ataques.

Los interiores se asentaban en los cordales montañosos o en las confluencias de dos ríos.

Los emplazamientos costeros solían ubicarse sobre cabos, gracias a lo cual solo era preciso defender el istmo que lo comunicaba con tierra firme. En este caso está el Castro de la Campa Torres (Gijón), protegido por un foso y una muralla de módulos.Las chozas más antiguas eran de planta circular con cubiertas vegetales. Con la romanización, las casas pasan a ser cuadrangulares.


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