El Espantanublaos es un personaje mítico que tiene su contrario en el hacedor de lluvia o Nuberu. El Espantanublaos siempre ha de ir vestido de blanco, y su túnica tiene que estar lo más limpia posible, por ello no es extraño encontrárselo lavándola con fuertes golpes contra las rocas en los ríos más apartados.
Por el contrario el Nuberu, cuando se personifica, siempre viste de negro, puesto que este es el color que hace que el cielo se oscurezca, mediante la magia simpática, lo mismo que el blanco consigue por la misma magia que el cielo se aclare.
En el río de Cardes había un hombre lavando un gran hábito blanco, que debía llegar a los pies de quien se lo pusiese. Al preguntarle por la utilidad del terno me dijo que era un espantanublados con la facultad de suspender cualquier nublado que amenazase los cultivos.
—Recorro los pueblos a cambio de una limosna impidiendo con mis exorcismos que las nubes descarguen sobre los campos. Vengo de Cabrales en tránsito para Galicia. Este cielo que hoy tenemos es traicionero. Aquellas nubes que se precipitan sobre las otras más blancas y largas, van a originar un remolino, pues si coinciden con la retirada del sol, puede ser principio de un nudo frío, que si las capas de aire caliente de abaxo no lo desenfrían por alguna parte, el aire que circula por entre los montes puede llevarlo a un sembrado hermoso, que en pocos momentos se ve convertido por las enormes fuerzas del viento y granizo en un estropicio irreparable.
Todo esto lo dijo de corrido y continuó diciéndome que tenía días en que no podía actuar por falta de acción de la piedra imán sobre sus nervios, pero si era necesario podía recurrirse por lo perentorio del caso a la valiosa bolsa de hechizos que casi siempre ligan con su estado emocional.
El metal de las limosnas actúa en el sentido de facilitar esta ligazón con alguno de los hechizos, por lo que es necesario que las limosnas sean grandes y realizadas con presteza para dar firmeza a sus facultades.